Las presas de Sinaloa solo tienen el 13.2% de su capacidad, lo que pone en riesgo el suministro de agua para consumo humano.
EDITORIAL
A los sinaloenses hay que decirles las cosas como son para que desde el conocimiento de la realidad real tomen decisiones correctas para el cuidado personal, familiar y patrimonial.
Los arsenales de la descalificación menguaron los argumentos constructivos de cara a emergencias nacionales que no permiten la pérdida de tiempo en banalidades.
La honorabilidad de los “cachorros” de la realpolitik mexicana se encuentra bajo el microscopio de los estrategas de guerra al servicio de las dos mujeres que buscan relevar a López Obrador.
Ningún exceso de confianza o descuido caben en estos momentos donde el crimen ya vota a través de sus armas y crueldades, mucho antes del ejercicio constitucional sufragante.
La exigencia debe enfocarse hacia la FGE antes de que terminen por inculpar a quienes fueron extraídos de sus hogares y justifiquen la acción de quienes se los llevaron.
Las divergencias entre la hotelería y la música de banda se aproximaron al punto de conciliación que conviene a ambas partes, falta el arbitraje gubernamental que lleve al acuerdo duradero fundando en la ley.
Lo ocurrido en Badiraguato trae de vuelta el miedo a que el crimen se sitúe como poder de facto en poblaciones, regiones y municipios.
En caso de no continuar lo que ya inició en la UAdeO estará en entredicho si el Congreso trae los arrestos necesarios para hacer valer la Ley de Educación Superior o solamente se trató de una golondrina que no hizo verano.
Ojalá que se trate de motivos familiares los que llevan a los aspirantes a abandonar sus pretensiones, y no del terror que impone el crimen para ganar elecciones.