Preocupa que los actores y siglas que se mueven en busca del voto popular o estén a disposición de tribunales del orden penal remarquen la actitud de pretender culpar a la prensa de probables ilícitos que ellos cometieron.
EDITORIAL
En caso de aplicar la regla que dice que lo que mal empieza mal acaba, el primer día sería la víspera de proselitismos huecos y engañosos.
Es verdad que un mayor rigor de la ley no es garantía de que el Estado logre inhibir la incidencia de delitos, pero ayuda a que las autoridades aporten más empeño y voluntad política para mejorar las condiciones de legalidad.
Apagar la secuencia criminal antes de que los choques entre grupos del crimen vuelvan a alterar la paz y el orden recuperados, es la emergencia del momento.
Los vividores de la política son beneficiarios de un sistema laboral privilegiado en el que pueden renunciar a sus ocupaciones, desdeñando la confianza que les dio el pueblo para luego regresar a ocupar la misma plaza como si en nada hubieran fallado.
Nadie debería estar vacilando hoy en la importancia de que las autoridades uaseñas vayan a los juzgados a defenderse y que, paralelamente, la casa rosalina entre rápido a recuperar la autonomía librándola de lastres que se aferran a corroerla.
La seguridad pública sí es posible siempre y cuando interactúen con eficiencia las fuerzas públicas federal, estatal y municipales y sea implicada la comunidad en labores tendientes al orden, respeto y valores.
A Sinaloa le puede ir bien sólo en caso de que se sostengan firmes la colaboración y condiciones entre el gobierno estatal y las autoridades estadunidenses.
Lo que necesita el campo sinaloense es que se alineen las autoridades e instituciones con el tesón de quienes que en las buenas y en las malas le siguen sacando alimento al surco.
Este madruguete político que el petismo pretende asestarle en Sinaloa a la alianza que quiere llevar a Claudia Sheinbaum a la Presidencia de México fue desconocido por Rocha Moya como parte del plan C.