Después del suceso violento que cimbró a la estructura directiva de la Universidad Autónoma de Sinaloa, debido a que Héctor Melesio Cuén Ojeda, asesinado el 25 de julio, mantenía desde 2005 el control de la casa de estudios, la reforma a esta institución de educación superior se torna impostergable para definirle destino y nueva forma de conducción, sin ataduras que la distraigan en la función esencial de formar a mejores profesionistas desde el cimiento de la excelencia académica.

La estabilidad interna de la UAS debe emerger como fruto maduro de las deliberaciones que se llevan a cabo en el Congreso del Estado, la comunidad universitaria y la sociedad en general, involucrándose el encargado del despacho de Rectoría, Robespierre Lizárraga Otero, como aportación a la emergencia actual que consiste en sacar a la Universidad del bucle de conflictos y descréditos por el que atraviesa.

Las organizaciones Movimiento Democrático Universitario y Cívitas Universidad, que impulsan la reforma a la Ley Orgánica de la UAS con base a 36 iniciativas ciudadanas presentadas ante el Legislativo estatal, dieron a conocer que llevarán en bloque ante el Consejo Universitario dos propuestas en ese sentido y confían en que el órgano de cogobierno las analice y opine al respecto, o de lo contrario estaría obstruyendo el proceso reformista y violentando la autonomía del alma máter.

Permitir la participación de los universitarios, es decir de los estudiantes y trabajadores académicos y administrativos, impulsar el libre cotejo de ideas y anteponer a cualquier interés el beneficio supremo de la UAS, serían condiciones ineludibles para legitimar la reforma a la Ley Orgánica y abrirle cauce a la casa rosalina hacia la nueva historia donde le preocupe y la ocupe una sola tarea: contribuir a un mejor Sinaloa con egresados competentes en la distintas áreas del conocimiento.

Las autoridades universitarias están convocadas a abandonar el esquema de encono en el cual las rivalidades y partidarios obstaculizan los acuerdos que a la postre son barreras al crecimiento cualitativo de la UAS. El presente establece con suma claridad que llegó el momento, y que no hay tiempo para derrocharlo, de tender los puentes de la unidad y la colaboración para que desde un campus despejado de emboscadas la casa de estudios reanude su vuelo hacia la cúspide.

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