Texto: Alejandro Ruiz
Foto: Presidencia del El Salvador

Ciudad de México. -Es un hecho, Nayib Bukele fue reelegido como presidente de El Salvador hasta 2029.

En una jornada electoral sin incidentes, según los reportes de las autoridades salvadoreñas, el candidato del partido Nuevas Ideas (su partido), y presidente de la República desde 2019, fue electo por el 85 por ciento de los votos en las urnas, que además de asegurar la reelección de Bukele, otorga 58 de los 60 curules en la Asamblea Legislativa, convirtiendo a El Salvador, en los hechos, en un país con un sistema unipartidista.

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Su victoria se debe, en parte, a su política de seguridad, la cual redujo los índices de violencia en El Salvador de 106 por cada 100 mil habitantes en 2015, hasta 2.4 en 2023. En contraparte, la violencia policial aumentó, y con ella las denuncias de graves violaciones a los derechos humanos como lel desplazamiento forzado, a comisión de detenciones arbitrarias y actos de tortura, que viene junto a un incremento de la población carcelaria estimada en un 233 por ciento.

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Sin embargo, estos datos no parecen importar en esta elección, polémica y criticada por su tinte antidemocrático y los pasos previos que el presidente hizo para asegurar su victoria, aunque en su discurso recalcó que la gente quiere que continúe el régimen de excepción.

El camino a la victoria

Podemos decir que esta historia comienza en 2019, cuando Nayib Bukele se alió al partido de derecha GANA, y obtuvo 1.43 millones de votos.

Pero esta historia, en realidad, inicia el 9 de febrero de 2020. Ese día, Bukele irrumpió en el Congreso salvadoreño acompañado del ejército y la policía. El motivo: exigir que le aprobaran un préstamo de 109 millones de dólares para reforzar a las fuerzas del orden.

En los hechos, este acto fue calificado como un autogolpe de Estado, y tenía la intención de disolver al Poder Legislativo. La historia lo confirmó, pues días después de esto el gobierno arreció una campaña en contra de los legisladores de oposición, las organizaciones en defensa de los Derechos Humanos y contra la prensa que lo criticó.

Para el 28 de febrero de 2021, en las elecciones legislativas de El Salvador, su partido Nuevas Ideas ganó la mayoría calfiicada en el Congreso. Obtuvo 56 de los 84 escaños que tenía en ese entonces el Poder Legislativo. Su victoria se atribuye a la reducción de la violencia en las calles de El Salvador. Sin embargo, como publicó el medio El Faro en agosto de 2021, en realidad el gobierno de Bukele negoció en 2020 una pax con la Mara Salvatrucha para aparentar esta sensación de seguridad.

El control del Congreso posibilitó que Bukele diera rienda suelta a su autoritarismo. El primer caso ocurre el 1 de mato de 2021, cuando avalado por el Congreso, el presidente destituyó a cinco magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, y nombró a jueces afines a su política. Ese mismo año, el Congreso, también por instrucción de Bukele, aprobó la destitución del Fiscal General, y nombró a otro incondicional a él.

Este control de las instituciones, allanó el camino de Bukele para su victoria de 2024.

La aparente, y no declarada, dictadura de El Salvador

El 27 de marzo de 2022, y después de que el nuevo Fiscal deshiciera una Comisión Internacional de Investigación Criminal que investigaba los casos de corrupción del gobierno y su pacto con las pandillas, Nayib Bukele decreta el «estado de excepción» en el Salvador, facultando a la policía a hacer detenciones sin órdenes de aprehensión.

Actualmente se estima que durante éste estado de excepción se han detenido a más de 71 mil personas en El Salvador. Además, según Amnistía Internacional, elevó el índice de personas privadas de su libertad a una tasa de mil 927 personas encarceladas por cada 100 mil habitantes.

Además de esto, y de la expulsión de periodistas y persecución a defensores de Derechos Humanos, la Fiscalía General anunció persecuciones judiciales en contra de sus rivales políticos.

El camino para la reelección estaba puesto, y desde los poderes del Estado se dio el último golpe.

La reelección no sorprende a nadie

En septiembre de 2021, los magistrados afines a Bukele avalaron que el artículo 152 constitucional que prohíbe la reelección presidencial, en realidad, no la prohibía.

El razonamiento de los ministros estableció que, si Nayib Bukele abandonaba su cargo como presidente 6 meses antes de que iniciara el nuevo periodo presidencial, él podía postularse como candidato a la presidencia en 2024. Y así lo hizo.

Para cumplir con el nuevo y controversial requisito, el 30 de noviembre Bukele pidió licencia a su cargo, y el Congreso designó a Claudia Juana Rodríguez de Guevara como presidenta interina. Guevara es una exempleada de la familia Bukele, y en realidad es sólo una figura para guardar el aparente orden constitucional, pues el Poder Judicial estableció que aunque Bukele no esté en el cargo como presidente, todavía tiene las atribuciones para ejercer su puesto.

Además, el 7 de junio de 2023 el Congreso aprobó, por mayoría calificada, una reforma que reduce a 60 el número de escaños en la Asamblea legislativa, algo que prácticamente deja fuera a toda la oposición del Poder legislativo.

Los hechos, después de esta elección son así: en julio de 2024 Guevara le dará la banda presidencial a Bukele, quien en realidad nunca dejó de tenerla. El Congreso será dominado con 58 diputados bukelistas. Y mientras, la guerra con las pandillas sigue, en medio de acusaciones de pactos gubernamentales con sus propios enemigos, y con el crimen organizado.

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Este trabajo fue publicado originalmente en Pie de Página, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes consultar su publicación.