“Relajientos y apretados constituyen dos polos de 
disolución de esta difícil tarea en que estamos 
todos embarcados: la constitución de una comunidad 
mexicana, de una auténtica comunidad y no de una 
sociedad escindida en propietarios y desposeídos”.
Jorge Portilla. Fenomenología del relajo.

Sinaloa.- Los días previos a la Semana Santa el puerto de Mazatlán se volvió tendencia nacional luego de que el empresario hotelero Ernesto Coppel publicara un video en el que llamaba a limitar el sonido de las bandas de tambora en las playas del puerto, sobre todo frente a sus hoteles. El acuerdo con el Ayuntamiento era establecer las 7 de la tarde como hora límite para los músicos de playa.

Rápidamente el video de Coppel y expresiones de otras figuras, como el también empresario Amado Guzmán Reynaud, generaron descontento a nivel nacional, en un escenario donde el tema de la gentrificación se ha vuelto relevante para lugares tan distantes como Ciudad de México, Oaxaca y Quintana Roo. Los memes, los reels y las opiniones al respecto circularon sin límite por la red.

El asunto escaló a la manifestación pública cuando el Ayuntamiento de Mazatlán intentó autorizar menos de 30 permisos para que bandas y grupos norteños tocaran en las playas de toda la ciudad. Sin embargo, tras más de 10 horas de manifestación y diversos encontronazos entre policía y músicos, la alcaldía cedió y amplió el número de permisos a 56: 38 para bandas y 18 para grupos norteños.

Luego de eso y de un tuit del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, defendiendo el trabajo de los músicos, el tema pasó sin mayores contratiempos ni acciones gubernamentales. Al final, la derrama económica de los días de Semana Santa alcanzó la cifra de mil 200 millones de pesos, y la movilización social no logró generar una reflexión ni acuerdos en torno al complejo proceso de turistificación que vive Mazatlán, proceso cuyas consecuencias abarcan aspectos más allá del ruido generado por las bandas en las playas del puerto.

Se siguió observando un vacío de autoridad y una “laxa y selectiva aplicación de la ley”, opinó la investigadora mazatleca Miriam Nava Zazueta.

“Es más que el ruido”

 

Durante los últimos 15 años, Miriam Nava Zazueta ha estudiado el proceso de revitalización y turistificación de Mazatlán con enfoque en su centro histórico, y ha encontrado que “el problema sustancial son las consecuencias de una laxa y selectiva aplicación de la ley”.

“Yo creo que el tema sí es el ruido, pero tiene varias aristas… desde hace mucho tiempo que la laxa aplicación de la ley tiene consecuencias negativas y una de ellas es el ruido, pero hay muchas más”, explicó.

Entre estas consecuencias, en sus estudios Nava Zazueta ha encontrado un “acceso desigual” a las bondades del turismo, lo que coloca al trabajador en situación de vulnerabilidad.

“Es de relevancia profundizar en el análisis no sólo con la óptica que mide el éxito en virtud de la aglomeración de empresas, mejora de la infraestructura urbana, servicios, y seguridad pública, sino también en función de que las bondades económicas de la revitalización alcancen a quienes ahí laboran”, concluye en uno de estos estudios.

 

Nava ha estudiado este proceso de revitalización tomando como punto de partida el rescate al Teatro Ángela Peralta en 1992 y llegando hasta la actualidad. Uno de sus últimos acercamientos ha sido el análisis de la vida nocturna en la ciudad, en donde, justamente, ha documentado altos niveles de ruido a deshoras y una “afectación sustancial a la calidad de vida” de los pobladores del centro histórico.

En este tema su conclusión es clara: La ciudad vive una crisis urbana y ambiental derivada de un crecimiento exponencial de una actividad turística que se dejó correr sin la planeación ni guía necesaria.

Por otro lado, considera que este proceso de revitalización se desvirtuó al buscar atender a un nuevo nicho de mercado que llevó a los empresarios turísticos a entender a Mazatlán como una “puesta en escena”.

“Una de las principales críticas a los procesos de revitalización con finalidad turística es que, en el intento de enfatizar su identidad como diferencia, los planeadores urbanos están creando réplicas que conllevan a la pérdida de la identidad de la urbe, en virtud de que el espacio urbano se transforma en algo artificial y comercial, una puesta en escena”, concluyó en sus estudios.

Es en esta parte donde se hace relevante entender el concepto de turistificación. Turistificación, explica Nava, es el uso excesivo de un destino turístico más allá de sus capacidades, lo que hace que los servicios, infraestructuras y negocios se centren más en satisfacer las necesidades del turista que las de los habitantes.

“Yo creo que ya llegamos a un punto donde algo tiene que cambiar… yo creo que ya llegamos a un punto donde hay que sentarse a platicar y negociar”, advirtió.

 

Integrar las externalidades

 

“Hay un caos en todos los ámbitos en Mazatlán”, sentenció el académico y columnista Jorge Ibarra.

Además del ruido, que no es solo el de la banda, Ibarra señala desorden en el comercio callejero, restaurantes que no cumplen con las normas, descargas y derrames de aguas negras a la playa, escasez de agua para uso humano y la falta de orden en cuanto al uso de suelo y el desarrollo inmobiliario.

“Hay muchas externalidades que no nos hemos puesto a reflexionar cómo hacemos para gestionarlas”, lamentó al señalar que el tema de fondo en el ruido de Mazatlán es la regulación y el ordenamiento territorial.

“En Mazatlán la actividad turística creció y no estuvo acompañada de un plan de ordenamiento territorial, ni de regulación de las actividades, eso derivó en un caos; y el problema es que estas actividades económicas se fueron comiendo los espacios y poco a poco fueron desplazando a las personas”, explicó.

 

“Los instrumentos de planeación urbana no han funcionado”, siguió. “Y estos son los instrumentos que pudieran ayudar a ir adaptando las zonas de la ciudad o las actividades a ciertas reglas, para que se vaya creciendo bajo un ordenamiento y un ideal de lo que debiera ser una ciudad en beneficio y el interés de todos sus habitantes, no nada más de empresarios pequeños, medianos o grandes”.

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