Las suspensiones del suministro de energía eléctrica que ayer afectaron a los estados de San Luis Potosí, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Sinaloa, Sonora, Chiapas, Puebla, Michoacán y Zacatecas son las primeras consecuencias en la población urbana de la actual situación de sequía, y al mismo tiempo representan la advertencia de que la Comisión Federal de Electricidad, la paraestatal que presume ser una empresa de clase mundial, en los hechos no está habilitada para resolver situaciones de emergencia.

De acuerdo a reportes del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) y del Sistema Interconectado Nacional (SIN), hubo necesidad de declarar el estado operativo de emergencia en dos momentos, uno entre 17:04 17:52 horas, con duración de 48 minutos, y el siguiente desde la 19:10 y hasta las 23:10, durante cuatro horas.

Aunque no especifica las causas, la CENACE informó que se deben “a una serie de situaciones en diversas centrales de generación que afectaron el suministro de electricidad en el país” y agrega que “se requirió interrumpir rotativamente el suministro de energía eléctrica hasta en 2 mil 610 MW (lo que representó 5.23% de la demanda máxima del día) para mantener la seguridad y confiabilidad del resto del sistema eléctrico”.

 

A pesar de que en Sinaloa no se reportan apagones de alta intensidad resulta de gran importancia que la CFE informe de este tipo de interrupciones en el fluido eléctrico, el origen de las fallas que se presume tiene que ver con el bajo funcionamiento de las hidroeléctricas al hallarse las presas a niveles mínimos de su capacidad de almacenamiento, y principalmente que se oriente a los usuarios sobre las medidas para ahorrar electricidad.

Sería altamente erróneo que el gobierno de Sinaloa permita que la población se entere de los efectos de la sequía hasta que los daños lleguen de manera imprevista, siendo que en cualquier crisis la anticipación de acciones coadyuva a atemperar las consecuencias. El atípico apagón de ayer que afectó a diez estados es el llamado puntual para comenzar a actuar de manera unida y organizada ante las facturas que nos cobrará la naturaleza por los deterioros que le asestamos durante décadas.

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