“Es una lástima que se sienta como si no hiciera falta más infraestructura por la ausencia de programas en Culiacán”. Así se lamenta Alberto Solián, reconocido autor, director y actor de teatro Sinaloense, al referirse al estado en que se encuentra la oferta pública de cultura en la ciudad.
En la última década, Culiacán ha experimentado un crecimiento económico y demográfico en línea con el resto de la república. Según estadísticas poblacionales de las Naciones Unidas, el número total de culichis ha crecido alrededor de un 30% desde el 2014. Lamentablemente, y por una cantidad indeterminada de motivos, la capital sinaloense se ha visto rebasada, rezagada con respecto a las necesidades de sus habitantes en más de un aspecto.
Servicios públicos, movilidad, infraestructura urbana, son algunos ejemplos de lo anterior que hemos abordado con anterioridad en esta redacción. Se suma a la lista la carencia de recintos y programas estatales que satisfagan la demanda y necesidad cultural de la ciudad.
Durante el reportaje ¿Son rentables los conciertos en Culiacán? se explicó que la ausencia de un espacio construido específicamente para albergar eventos masivos es el principal problema de la industria del espectáculo que decide hacer negocios en esta ciudad. Los recintos existentes presentan una serie de desventajas que merman tanto la experiencia del usuario como la rentabilidad del inversionista.
“Sí, el principal problema para esta industria en Culiacán es que no hay un inmueble real para espectáculos. Muchos conciertos se encarecen por tener que hacerlos en estadios, por no haber otro lugar para realizarlos.” Comenta sobre el tema Carlos Suros, dueño de Ticketstar.
Pero los efectos negativos de estas carencias no se limitan a los eventos masivos o a las empresas productoras. El artista pequeño, sin demasiado poder de convocatoria, es posiblemente el más afectado. Al artista local no se le disminuyen sus márgenes de ganancias. Directamente se vuelve imposible poder realizar presentaciones. Carlos continúa:
Un artista local que quisiera hacer un evento, la presentación de un disco, por ejemplo, ¿dónde lo hace? Si lo hace en el Teatro Griego, va a ir muy poca gente. Si lo hace en un salón, esos tienen muy mala acústica. Tendría que hacerlo en un estadio, y entonces se encarece demasiado.
Auditorios más pequeños que son propiedad del municipio y, con plena razón, deberían estar al alcance del artista local, muchas veces tampoco son opción. El teatro Pablo de Villavicencio, posiblemente el más conocido, se renta desde 45 mil pesos por función. En palabras de Alberto Solián, “Un auditorio como el Villavicencio está fuera de las aspiraciones de un grupo local”.
Solián, con más de 35 años de trayectoria a sus espaldas, ha sido una de las voces inconformes ante esta situación. Sus reclamos giran en torno, principalmente, al abandono al teatro independiente y al artista local por parte del estado.
Precisamente, una de las inconformidades más fuertes de la escena es la falta de recintos accesibles para los artistas de poco poder adquisitivo, y la inaccesibilidad de los existentes.
Se señala, además, la poca inversión en cultura por parte del sector público, así como la incapacidad que ha mostrado el ISIC para desarrollar programas efectivos y duraderos de fomento a la cultura en la ciudad. Así lo expone el también director de la compañía de teatro Sinespacio, Solián:
“Este es un país que no invierte, o invierte muy poco, en cultura. Todos los programas se han perdido, la UAS dejó de invertir en la formación extracurricular de los estudiantes. Es responsabilidad del estado invertir en cultura, es muy lejano pensar que el empresario lo vaya a hacer. El mercado no pretende construir, pretende ganar.
“El gran defecto del ISIC es que no generan público, porque para generar público necesitas ser persistente. Los programas deben mantenerse”
Por su parte, el Dr. Juan Salvador Avilés Ochoa, actual director del Instituto Sinaloense de Cultura, considera que las instalaciones son suficientes, aunque sí reconoce la necesidad latente de más espacios para los espectáculos:
La ciudad de Culiacán tiene una infraestructura adecuada pero, con el crecimiento de las instituciones públicas y privadas que tienen por objetivo promover el desarrollo artístico y fomentar los valores culturales de Sinaloa, se requiere de mayor infraestructura. Ahorita todavía es sostenible con la demanda que se tiene.
Mencionó, además, que había proyectos en puerta. Habló de la posibilidad de rehabilitación del Casino de la Cultura y biblioteca Gilberto Owen. También dijo que lo que se les cobra a los artistas locales para el uso de los recintos cubre solo los gastos operativos.
¿Por qué esto es tan importante?
“En Sinaloa, el tejido social está necrosado”
Para Alberto Solián, la cultura es un pilar fundamental para la sociedad. Él relata como, en otras partes del mundo, ha podido ver de primera mano a la inversión y promoción de la cultura lograr transformar las zonas urbanas, convirtiendo barrios marginados y peligrosos en comunidades funcionales.
En Sinaloa, es inconcebible arreglar nuestros muy graves problemas sociales sin impulsar propiamente a la cultura desde el estado. Apunta que las expresiones musicales, por ejemplo, se han vuelto hostiles y violentas desde hace muchos años, síntoma de la situación en la que se vive.
Ramsés Hernández, business partner de la organizadora de eventos Révum, expresa su pensamiento al respecto. Hablando de los espectáculos como negocio, menciona que los considera necesarios y un bien para la ciudadanía. Sobre todo en un escenario donde la violencia es el pan de cada día, él ve este tipo de eventos como un escape vital.
“Imagínate una ciudad donde hay ejecutados, donde hay operativos militares, hay asaltos, un sin fin de temas que estresan a la ciudadanía. La ciudadanía necesita un escape, un desahogo a todos estos eventos que te platico. Hay quienes te pueden decir que la oferta debe ser más cultural, ahí existen los colores para los gustos, pero estos eventos deben de existir. Es algo superimportante para liberar toda esta presión que genera, ya no solo el crimen organizado, sino también el estrés que te trae el tener que producir todos los días. La labor social que nosotros tenemos como productores de espectáculos es, precisamente, aligerar esa tensión“.
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